¿Cómo diseñar un espacio en el que cuatro personalidades distintas se reflejen, al tiempo que puedan mezclarse y compartir terreno? ¿Cómo compaginar áreas de juego con un típico penthouse de soltero? ¿Cómo responder a las necesidades habituales de una familia y mantener el espíritu de independencia de pequeños y mayores? Responder a esta dualidad fue el reto de Slade Architecture en Kenig Residence, el espacio privado del empresario Ricky Kenig. El estudio se enfrentó a un moderno loft de tres plantas y sótano en el barrio neoyorquino de Brooklyn, para convertirlo en un cálido hogar. El primer paso fue repartir las plantas: si la planta baja cuenta con una cocina y un salón, abierta de norte a sur sin fisuras ni muros –a excepción de un aseo–, las dos plantas superiores son terrenos privados para las tres hijas –el primer piso– y para el padre –la segunda planta. Por su parte, el amplio sótano con dos habitaciones fue pensado como un espacio flexible, que puede ser modelado en caso de necesitar áreas adicionales en un futuro. Por el momento, el sótano sirve como sala de estar par la familia, con una mesa de billar y sofás. En esta concepción, lo más difícil fue preservar la personalidad de todos en los espacios compartidos. Así, la paleta de color en la cocina es en negro y plateado. La encimera tiene un acabado en granito de tono Absolute Black, mientras que los armarios superiores e inferiores, además de la isla cuentan con un laminado que los decora como un aluminio abstracto sobre un fondo negro. Por su parte, los armarios que están en el nivel central y las puertas de seguridad al exterior son también de aluminio, con un estampado de formas circulares y ovaladas que crea la ilusión óptica de que la hoja de aluminio está arqueada, cuando ésta es totalmente lisa. Este patrón fue diseñado por los creativos de Slade Architecture y cortado por chorro de agua en el panel. Junto con la cocina, un salón mínimo o un recibidor muy amplio dota a la planta baja de un espacio generosamente abierto, donde uno puede imaginarse sumido en la lectura en medio de la nada, o quizá corriendo de un lado a otro, dos frentes a los que llama la luz. Y es que si en uno de estos límites se encuentra la puerta principal, junto a un sofisticado rincón con una mesa de despacho entre dos ventanas convexas, en el otro límite dos aberturas conectan el espacio con el exterior, donde una terraza modesta añade el último toque de comodidad para una casa que cuenta con todo.

 

Asimismo, subiendo por una divertida escalera, se llega a la planta de las chicas, las tres hijas menores del propietario. Esta planta tiene una clara intención de flexibilidad y adaptabilidad, pensando en el futuro. Los colores de la segunda planta parecen hacer explosionar olores y gustos, hay una intención en este terreno de contar con el desorden, lo inesperado, el juego, en definitiva, un espacio más anárquico que el visto en el piso inferior. Amarillos y azules se mezclan con rojos sobre una base blanca en paredes y puertas, algo que también difiere de una planta baja más sobria, aunque penetrada por la original escalera. Por su parte, el baño compartido buscaba una divertida combinación de azulejos en este caso en verde, que mezcla una imagen gráfica de un prado con azulejos de vidrio también en verde. Mientras que el tercer piso puede definirse como la casa de Ricky, un espacio privado para el descanso, que cuenta con dormitorio, oficina, baño ensuite y armario. Y, de nuevo, apelando a definir la personalidad de cada habitante, el elemento sorpresa en la tercera planta es una extensa colección de zapatos, que ostenta este empresario tan deportivo. Esta pequeña exposición se coloca bajo una ventana en el techo de la casa, también construida durante esta renovación, para acentuar su carácter vertical y para transportar la luz natural hasta la planta más inferior del hogar.