Es, seguramente, lo más destacable del 2016 para este sector: recuperarse del revés del ejercicio anterior y demostrar a propios y ajenos que la estrategia sigue y seguirá siendo la conquista de nuevos mercados. En concreto, el export aumentó en un magnífico 25% en un año, dejando atrás no solo la ...
Es, seguramente, lo más destacable del 2016 para este sector: recuperarse del revés del ejercicio
anterior y demostrar a propios y ajenos que la estrategia sigue y seguirá siendo la conquista de nuevos mercados. En concreto, el export aumentó en un magnífico 25% en un año, dejando atrás no solo la cifra del 2015, sino también las de los años anteriores. Se trata de una gran noticia, sobre todo si tenemos en cuenta que esta apuesta por los mercados internacionales siempre ha sido tildada de arriesgada por una industria muy centrada en España. No es de extrañar; nuestro mercado interior dio durante mucho tiempo de comer a esta y las demás industrias de la construcción, por un lado. Por otro, el sector del mueble de cocina está tradicionalmente dirigido por los dos grandes fabricantes europeos: Italia y Alemania. Era difícil abrirse un hueco entre ambos, pero esto es, precisamente, lo que está logrando la industria del mobiliario español. Con una relación calidad-precio envidiable, y una personalidad propia, las empresas de nuestro país conquistan los corazones de los consumidores de todo el mundo.
Abarcar mucho, pero sin dejar de apretar
La contrapartida de este interés por llegar cada día más lejos, por abastecer de mueble español a los rincones más remotos del planeta, es la falta de presión sobre aquellos importadores que llegan al mercado español. Dicen que el que mucho abarca, poco aprieta, y este es el peligro que se cierne sobre la industria del mueble de cocina español. La prueba de ello es el crecimiento de la cifra de
importación en el 2016. Concretamente, este valor aumentó un 9%, pasando de los 44 millones de euros del 2015 a 48 millones en doce meses. Como vemos, no es una subida espectacular, pero sí es un toque de atención para unas firmas que, sin dejar de volcarse en el exterior, tampoco deben olvidar su propio mercado.