El auge del lavavajillas doméstico llegó en la década de los 50, con el desarrollo de la sociedad de consumo de la clase media estadounidense y la necesidad de las amas de casa de contar con aparatos que hicieran más fáciles las tareas domésticas. Y aunque en nuestro país se ...
El auge del lavavajillas doméstico llegó en la década de los 50, con el desarrollo de la sociedad de consumo de la clase media estadounidense y la necesidad de las amas de casa de contar con aparatos que hicieran más fáciles las tareas domésticas. Y aunque en nuestro país se retrasó su implantación en la sociedad y su penetración en los hogares no era destacable, las compras de estos electrodomésticos fueron aumentando y hoy en día, raro es el hogar que no cuenta con uno de ellos en su cocina. De hecho, en nuestro país se utiliza una media de 280 veces al año y la vida útil del lavavajillas es de, aproximadamente, diez años. A pesar de la idea generalizada de que el lavavajillas consume una gran cantidad de agua, este electrodoméstico no solo facilita la vida a quien lo posee, sino que supone un ahorro de tiempo y energía como pocos elementos dentro de la casa. Usar un lavavajillas supone un ahorro anual de hasta 32.000 litros y unas 400 horas de tiempo.
Aparte de lavar los platos a una temperatura elevada, con lo que se consigue una mayor higiene, también ayuda a proteger el medioambiente y permite reducir el coste de la factura de la luz. Sobre todo, aquellos modelos que disponen de la etiqueta A+++, obligatoria en todos los electrodomésticos que se vendan en la Unión Europea, ya que garantiza la eficiencia más elevada del producto, así como un ahorro real en el consumo de agua y luz.
FOTO PRINCIPAL.: Miele.
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