En el centro de Milán, en la última planta de la Fundación Luigi Rovati, se alza el restaurante de Andrea Aprea, dos estrellas Michelin. Se trata de un proyecto de alta cocina que pone de manifiesto la filosofía del chef de explorar la relación entre los recuerdos y el gusto. ...
En el centro de Milán, en la última planta de la Fundación Luigi Rovati, se alza el restaurante de Andrea Aprea, dos estrellas Michelin. Se trata de un proyecto de alta cocina que pone de manifiesto la filosofía del chef de explorar la relación entre los recuerdos y el gusto. Con vistas al patio interior se encuentra el Caffè Bistrot, un espacio cuya oferta pretende satisfacer a los clientes a cualquier hora del día, con materias primas de calidad y el estilo típico del chef napolitano.
El diseño interior del Restaurante, de Flaviano Capriotti, fue concebido para crear un recorrido de descubrimiento y sorpresa, en un continuo entrelazamiento de luz y oscuridad, como en el diálogo entre las superficies en bucchero negro y el largo recorrido acristalado, para dar una sensación de intensidad teatral al espacio. El mismo estudio de arquitectura ha diseñado el Caffè Bistrot, proponiendo una narrativa que se desarrolla en torno a una paleta de tonos neutros y un predominio indiscutible de la madera combinada en varios acabados y procesos -del natural al teñido, del rubio al quemado, del liso al acanalado- para crear un ambiente cálido pero no excesivo que acoja a los comensales sin sobrecargar la atmósfera.
El restaurante ocupa una superficie de 400 metros cuadrados, con 36 plazas repartidas en 8 mesas orientadas hacia la cocina, que es totalmente abierta. El buque insignia es su sala de vinos, una zona de paso sin solución de continuidad con el salón, donde los comensales pueden admirar las 650 etiquetas de todo el mundo que se exponen. Una colección increíblemente valiosa, para la que era necesario crear unidades específicas en cuanto a dimensiones y características técnicas, capaces de conservar perfectamente las botellas, al tiempo que realzan su exposición. El proyecto, realizado a medida, ha corrido a cargo de Prisma, una empresa del Véneto con más de 40 años de experiencia en el sector de la restauración, además de un saber hacer especial en el ámbito de las bodegas.
Las puertas de cristal de la sala de vinos muestran compartimentos refrigerados de acero inoxidable divididos en estantes de diferentes alturas y realzados por un sistema de iluminación especialmente diseñado que realza las etiquetas, convirtiéndolas en elementos decorativos. La ventilación interior permite una distribución uniforme de la temperatura, vital no sólo para la correcta conservación de las botellas, sino también y sobre todo para su degustación. Por último, en la parte inferior de las columnas se han colocado unos compartimentos refrigerados para almacenar botellas de agua y otras bebidas.
Por otro lado, el Caffè Bistrot, en la planta baja, recibe a sus clientes en un ambiente más informal, con veintidós asientos, más otros doce en la zona exterior con vistas al jardín secreto del palacio. El panorama está directamente conectado con el diseño interior, como enmarcado, gracias también a los amplios ventanales envolventes. Una vez más, Prisma ha contribuido aquí con la realización de vitrinas expositoras, refrigeradas y calefactadas, para conservar las etiquetas y algunas de las ofertas dulces y saladas del local. Elementos de discreta elegancia, que combinan bien con el refinamiento atemporal del diseño de Capriotti.