Miles de grifos en la actualidad, especialmente en edificios antiguos, aún pueden esconder un enemigo invisible: trazas de plomo en el agua de consumo. A pesar de que en España el uso de tuberías de plomo se prohibió en 1980 y una ley en 2002 obligó a retirar las existentes, ...
Miles de grifos en la actualidad, especialmente en edificios antiguos, aún pueden esconder un enemigo invisible: trazas de plomo en el agua de consumo. A pesar de que en España el uso de tuberías de plomo se prohibió en 1980 y una ley en 2002 obligó a retirar las existentes, todavía queda un remanente de estas conducciones tóxicas en algunas instalaciones.
La presencia de plomo en el agua potable supone un riesgo sanitario grave, especialmente para los más vulnerables. El plomo es un tóxico acumulativo que, con el tiempo, va depositándose en el organismo y afectando órganos fundamentales. La Organización Mundial de la Salud calcula que la exposición a este metal pesado es responsable de casi la mitad de los 2 millones de muertes anuales atribuidas a sustancias químicas tóxicas, contribuyendo además a cerca del 30% de los casos globales de discapacidad intelectual de origen desconocido.
Todo ello, lejos de ser un problema del pasado, la contaminación por plomo en el agua sigue siendo una realidad en 2025. Se estima, por ejemplo, que aproximadamente el 10% de las viviendas de la ciudad de Madrid todavía tienen tuberías o componentes de plomo en su red doméstica, una situación similar a la de muchos cascos antiguos urbanos del país. Aunque en ciudades como Barcelona la mineralización del agua ha evitado intoxicaciones agudas por este metal, pediatras de regiones del norte (como Asturias o Galicia) llevan años documentando casos de intoxicación por plomo en niños asociados al agua potable en hogares con instalaciones envejecidas.
Conscientes de este riesgo, las autoridades han endurecido la normativa de agua de consumo. El reciente Real Decreto 3/2023 establece la obligación de sustituir las tuberías con plomo restantes antes de 2030, siempre que sea técnica y económicamente viable. Además, dicha regulación prevé reducir a la mitad el límite permitido de plomo en el agua potable (de 10 a 5 μg/L, microgramos por litro) para el año 2035.
En el marco de la Semana Internacional de Prevención de la Intoxicación por Plomo, se hace un llamamiento a los profesionales del sector para que intensifiquen las revisiones y sustituciones necesarias: la eliminación definitiva del plomo en las redes de agua es la única garantía para evitar daños a largo plazo en la salud de la población.
El riesgo del plomo en el agua y cómo puede llegar hasta nuestro sistema
Hasta bien entrada la década de 1970, el plomo era el material más común para las instalaciones de fontanería en España. Su uso se justificaba por razones técnicas: era fácil de moldear, se podía soldar directamente sin necesidad de accesorios complejos y ofrecía una durabilidad que pocos metales igualaban. Por estas razones, los fontaneros podían curvarlo con relativa facilidad, permitiendo adaptar las conducciones a cualquier geometría del edificio. Así, las tuberías más utilizadas tenían diámetros de 15 mm y 20 mm, medidas estándar en viviendas residenciales de la época.
Lo que entonces se consideraba un avance, hoy supone una seria amenaza. Con el tiempo se comprobó que las tuberías de plomo liberan iones del metal al entrar en contacto con el agua, que terminan disueltos en el caudal que consumimos. Su uso no fue prohibido en nuevas instalaciones hasta 2003, por lo que miles de edificios anteriores aún conservan conducciones o soldaduras que lo contienen.
La corrosión interna, junto con las variaciones de pH o temperatura del agua, acelera la liberación de partículas tóxicas. El resultado es un riesgo invisible: un agua aparentemente limpia que puede contener concentraciones peligrosas sin que el usuario lo perciba. Tuberías, uniones y griferías con plomo siguen siendo una de las principales fuentes de exposición en hogares y espacios públicos.

Consecuencias para la salud
La intoxicación por plomo afecta a múltiples sistemas del organismo. En los niños, incluso exposiciones muy bajas se asocian con una reducción en el coeficiente intelectual, dificultades de aprendizaje y trastornos del comportamiento. En adultos, el plomo eleva la presión arterial, aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y puede provocar daño renal progresivo. Su capacidad para acumularse en los huesos convierte la exposición en un proceso crónico que se mantiene incluso tras eliminar la fuente de contaminación.
Desde la fontanería profesional, la conciencia sobre este problema ha transformado nuestra forma de trabajar. La elección de materiales, los procedimientos de montaje y las normativas de control sanitario se han vuelto más exigentes, buscando garantizar que cada componente en contacto con el agua potable sea absolutamente seguro.
Presto Ibérica: ingeniería responsable para un agua sin plomo
La erradicación del plomo en la grifería no es solo una exigencia normativa, sino también una responsabilidad con la salud pública. Conscientes de ello, fabricantes como Presto Ibérica han sido pioneros en desarrollar soluciones hidráulicas que combinan precisión, durabilidad y seguridad del agua, eliminando el plomo de todos sus componentes.
Un estudio independiente realizado por AGRIVAL (Asociación Nacional de Fabricantes de Grifería y Valvulería) en 2023 reveló datos relevantes sobre la grifería doméstica disponible en España. Tras analizar decenas de muestras de distintos fabricantes y canales de venta, constató que alrededor del 71% de las griferías analizadas presentaban algún defecto técnico o estructural, y más de la mitad incumplían la legislación vigente para productos en contacto con agua de consumo. Muchos de esos fallos estaban relacionados con la calidad de los materiales o los procesos de fabricación, hallándose incluso aleaciones con plomo u otros metales pesados por encima de lo permitido.
Consciente de esta realidad, Presto Ibérica centra los esfuerzos de sus departamentos de ingeniería e I+D en la creación de griferías totalmente libres de plomo. Su compromiso quedó patente con el lanzamiento de la gama PRESTO XT Eco-Fusión, reconocida por introducir al mercado el primer grifo monomando sin plomo fabricado en España. Esta línea de productos abarca versiones para lavabo, bidé, ducha y baño-ducha, todas ellas fabricadas en un latón especial libre de plomo que garantiza la ausencia de migración de metales al agua. El diseño de los monomandos Eco-Fusión combina sostenibilidad y eficiencia sin comprometer la funcionalidad ni la estética. Por ejemplo, incorporan limitadores de caudal que reducen el consumo, manteniendo una presión confortable, pero evitando el derroche de agua. Además, integran un sistema de apertura en frío, de modo que al abrir el grifo en posición central solo fluye agua fría, evitando gastar energía en calentar agua que no se necesita, y reduciendo tanto la factura energética como las emisiones de CO₂.
El modelo de ingeniería de Presto Ibérica une precisión técnica y responsabilidad sanitaria. Con fabricación nacional y materiales certificados, cada componente está diseñado para garantizar un funcionamiento estable y duradero, incluso en entornos de uso intensivo. De esta manera, demuestra que la innovación orientada al agua limpia y sin plomo es viable, eficaz y necesaria para un futuro libre de metales tóxicos.