La luz no solo ilumina: crea emociones. Según su color, puede relajarte, activar la concentración o hacer que un espacio se sienta más acogedor. Por eso, elegir bien la temperatura de luz es clave para adaptar cada rincón del hogar a tu estado de ánimo. Desde LEROY MERLIN explican cómo ...
La luz no solo ilumina: crea emociones. Según su color, puede relajarte, activar la concentración o hacer que un espacio se sienta más acogedor. Por eso, elegir bien la temperatura de luz es clave para adaptar cada rincón del hogar a tu estado de ánimo. Desde LEROY MERLIN explican cómo funciona cada tono y dónde aprovecharlo mejor.
Luz amarilla: optimismo y claridad
La luz amarilla aporta calidez y una dosis inmediata de positivismo. Es ideal para quienes buscan un entorno luminoso, amable y energizante, pero siempre equilibrado.
En el salón, crea un ambiente acogedor que invita a relajarse; en el despacho, estimula la creatividad sin perder serenidad.
Luz roja: energía e intensidad
La luz roja aporta dinamismo y motivación.
En un rincón de trabajo o lectura, despierta la creatividad; en un gimnasio en casa o zona de entrenamiento, impulsa el rendimiento y eleva el ánimo. También puede usarse en pequeños detalles decorativos, para aportar carácter sin saturar la estancia.
Luz azul: serenidad y orden
El azul es el color de la tranquilidad.
En el dormitorio, prepara para el descanso y favorece un sueño más profundo. En zonas de estudio, ayuda a concentrarse sin provocar estrés. Y en entradas o pasillos, aporta amplitud, frescura y una sensación de orden que acompaña desde el primer paso dentro del hogar.
Luz verde: equilibrio y conexión
La luz verde invita a la calma y al bienestar.
En el dormitorio, crea un refugio perfecto para desconectar; en el baño, aporta esa sensación de mini spa en casa. Incluso en el salón, ayuda a generar un ambiente armonioso donde recargar energía y encontrar balance.