Arquitectura con tintes literarios

En el año 2008, el estudio de arquitectura Campo Baeza se encargó de una bella obra residencial llena de lírica en Zaragoza.

30/04/2014

El objetivo de Casa Moliner –que recibe su nombre de su promotor– era levantar una casa para un poeta. “Hacer una casa para soñar, vivir, morir. Para leer, escribir, pensar”, expresa el arquitecto Alberto Campo Baeza, mente de esta casa escultórica. “Levantamos unas tapias blancas –explica– para conseguir una caja ...

El objetivo de Casa Moliner –que recibe su nombre de su promotor– era levantar una casa para un poeta. “Hacer una casa para soñar, vivir, morir. Para leer, escribir, pensar”, expresa el arquitecto Alberto Campo Baeza, mente de esta casa escultórica. “Levantamos unas tapias blancas –explica– para conseguir una caja abierta al cielo. Como un jardín desnudo y metafísico con árboles frondosos. Y flotando en el centro, una caja con tres niveles: el más alto para soñar, el del jardín para vivir, el más profundo para dormir”, es decir, un estudio en el primer piso, una cocina y salón en la planta baja, y dos dormitorios con baño en el sótano.

Campo Baeza no evita citar a Bachelard como una fuente de inspiración esencial para Casa Moliner. En sus reflexiones sobre el hogar, el filósofo francés incidió en la importancia de su verticalidad y en su jerarquización de espacios para lograr la ensoñación, el camino al arte y la creatividad. En este proyecto, esto se traduce en una sencilla escalera en espiral que desde el corazón del hogar aúna las tres plantas.

A la verticalidad de la construcción impacta una luz natural que se funde con la blancura interna y externa, color del que también es el abrazo de hormigón que envuelve la casa. Éste permite una privacidad necesaria en un espacio muy diáfano gracias a su gran cantidad de cristal. Por su parte, la planta baja, el “piano terra”, hace grande lo pequeño con el mecanismo de la transparencia, gracias a la cantidad de cristal que la engloba y que la conecta con el jardín con luz del sur.

Con todos estos elementos, el arquitecto apela antes a una “cabaña” que a una sofisticada vivienda. Y es que este hogar se ha construido a partir de un concepto puro y mínimo, un átomo que nace y se alimenta de la literatura. “El mayor reto fue hacer el máximo con el mínimo. Hacer de la vivienda un 'cielo en la tierra'. Una casa a la que yo me iría a vivir”, reconoce Campo Baeza. Sin embargo, y pese a compartir con el poeta su calidad de creador, no es él quien habita estas paredes, pensadas como un tributo al escritor y al mundo literario. “Ésta es la casa del poeta”, concluye el arquitecto.

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