IMCB nº140

15 Atrás quedó el dicho de que lavar la vajilla a mano es mucho más económico y rápido. Puede que nos parezca un poco sorprendente eso de que con el lavado a máquina se combate el derroche del consumo de agua y de energía, pero según un estudio del Canal de Isabel II, la cantidad de agua que se precisa para lavar los útiles de cocina es superior cuando se utiliza el fregadero que cuando se opta por introducirla en el electrodoméstico. De este modo, son necesarios 88,8 litros de agua diarios, más de la mitad de los cuales proceden de agua caliente. En cambio, en el momento en el que se instala el lavavajillas no se llega a superar la barrera de los 55, siendo 24,6 litros los correspondientes al agua caliente. Pero este ahorro no sólo supone una reducción en el consumo de este recurso natural, sino también en lo que a energía se refiere, llegando a los 1,06 kilovatios por hora al día. Como ocurre con otros dispositivos, existen una serie de falsos mitos que se asocian a estos modelos, por lo que conviene arrojar un poco de luz ante las falsas creencias. Por ejemplo, siguiendo con lo expuesto anteriormente, la sobrecarga del aparato es contraproducente para su funcionamiento y rendimiento. Está claro que su interior no debe de ir vacío, pero tampoco se trata de que vaya a rebosar porque puede acabar dañando los elementos que se están lavando o, con el tiempo, repercutir en la vida útil del equipo. A su vez, existe un comportamiento que se repite en bastantes ocasiones, como puede ser el de pasarle un agua a la vajilla antes de depositarla en la cubeta, pero aquí ya estaríamos gastando agua sin quererlo. Para evitar que los restos de comida vayan a parar al interior del lavavajillas, basta con ayudarse de una servilleta o de una espátula de madera, por ejemplo. Es recomendable que de vez en cuando se revise el filtro, al igual que se hace con el de la lavadora, con el fin de limpiarlo y mejorar la usabilidad del aparato. En el mercado es posible encontrar modelos que disponen del modo ECO, que, aunque pueda parecer que es un derroche elegirlo porque su duración es más prolongada que uno normal, a la larga acaba compensando porque el ahorro se multiplica por dos. Decisión de compra Una vez hecho un repaso por sus bondades, toca saber un poco más acerca de sus características. Lo que está de moda hoy en día son los electrodomésticos integrados, aquellos que permanecen ocultos a la vista tras el mobiliario y que salen a la luz cuando se necesitan. Así, lo que predomina es el orden y la limpieza visual, sobre todo si Con el objetivo de que el agua llegue a todos los rincones por igual, algunos fabricantes apuestan por la introducción de un aspersor de tres brazos se opta por un espacio abierto a otras estancias y no se quiere desentonar con el interiorismo del salón o el comedor. Su instalación óptima sería no muy lejos de la zona del fregadero. Por comodidad, hay usuarios que optan por los de libre instalación, que son los que se pueden colocar al libre albedrío, exhibiéndose sin temor. Eso sí, el único requisito que se debe cumplir es que existan tomas de luz y de agua, así como un desagüe próximo. A medio camino entre una y otra está la versión panelada, que se corresponde con la que deja el panel de control del lavavajillas a la vista. Sin embargo, lo que es la parte frontal del modelo queda tapada por un recubrimiento de madera o del material que se haya seleccionado para el conjunto del mueble de la cocina. Junto al acero inoxidable, no es para nada descabellado elegir los de color blanco o un tono como el negro, que ya tenemos más que interiorizado y hemos comprobado que funciona con otros ambientes de la casa, tal y como ocurre con el cuarto de baño. Son propuestas elegantes y aportan originalidad a la instalación. Otro de los aspectos a valorar cuando se va a comprar un lavavajillas es su tamaño. Aquí va a depender mucho del espacio del que se disponga para su colocación y del número de integrantes del hogar, ya que no es lo mismo un lavavajillas para una pareja que para una familia numerosa. Si la cocina es de dimensiones comedidas o son pocos comensales, la mejor opción será optar por uno compacto o de 45cm de ancho. Incluso los hay de sobremesa, como ocurre con los microondas, que se pueden colocar sobre una encimera o mueble. La principal ventaja de estos equipos es que los tenemos a mano y no hay que adoptar posturas incómodas para acceder a su interior. En el caso de no haber restricciones de espacio es posible elegir entre uno de libre instalación o integrable de 60 centímetros de ancho. Aquí ya no hace falta jugar al Tetris para que todo encaje en su lugar gracias a la incorporación de bandejas específicas para cubiertos, contenedores de dimensiones más amplios en los que colocar artículos más voluminosos (sartenes, ollas, filtros de campana o tablas de corte) o piezas flexibles, plegables o abatibles que el usuario puede modificar atendiendo a las necesidades de cada momento. Además, los fabricantes ponen a nuestra disposición otros accesorios con los que mantener el orden en el interior del lavavajillas cuando procedemos al lavado: destacan los cestos para cubiertos, los soportes para cuchillos, copas o botellas, y aquellos destinados a lavar piezas más pequeñas, como tazas o vasos.

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