11 gún el tipo de instalación es clave. La decisión dependerá, en gran medida, del material de la encimera, ya que este influirá en la manera en que se coloca el fregadero. Los modelos encastrados o sobre encimera se instalan sobre un hueco previamente cortado en la superficie, siendo una opción recomendable para encimeras laminadas o de madera. En cambio, el fregadero bajo encimera se coloca, como su nombre indica, por debajo de la encimera, ofreciendo un diseño limpio y elegante, ideal para superficies de granito, piedra o materiales sintéticos. Gracias a su diseño sin juntas ni uniones visibles, la limpieza del fregadero se vuelve más sencilla y se logra una sensación de continuidad con la encimera. Otra opción muy popular es el fregadero de sobre encimera, es decir, el que se instala directamente sobre el mueble de la cocina, en lugar de encastrarse, y que aporta un acabado elegante. Este modelo es ideal para cocinas donde se busca resaltar el fregadero como un elemento decorativo. Finalmente, el fregadero enrasado se integra a la perfección, quedando al mismo nivel que el canto de la encimera, lo que proporciona un aspecto uniforme y sofisticado. Materiales duraderos Si atendemos tanto a la forma como al tamaño de los fregaderos, el diseño más simple es el de una cubeta, ideal para cocinas con lavavajillas, donde su uso es más ocasional y se busca optimizar el espacio. Por otro lado, el fregadero de una cubeta y media presenta dos compartimentos diferenciados, uno más pequeño que el otro, lo que permite realizar varias tareas al mismo tiempo, como, por ejemplo, lavar la vajilla a la vez que se enjuagan los alimentos que van a ser cocinados. Asimismo, la cubeta más pequeña suele incorporar accesorios como escurridores, tablas de corte y otros utensilios para facilitar su uso como zona de trabajo. Finalmente, el fregadero de dos cubetas ofrece dos espacios del mismo tamaño, lo que permite llevar a cabo distintas tareas de lavado, de manera simultánea y con mayor comodidad. ¡Y qué decir de los colores! El diseño de los fregaderos ha evolucionado tanto en los últimos años que los clásicos modelos de acero cromado han dado paso, hoy en día, a opciones como el cromo cepillado, que proporciona un acabado mate elegante y fácil de mantener, adaptándose perfectamente a cualquier estilo. Para quienes buscan sofisticación, los fregaderos en tonos oro o cobre, acompañados de griferías a juego, aportan un aire distinguido y se integran a la perfección en espacios con muebles de madera, encimeras oscuras o alicatados blancos. Y si lo que se busca es originalidad, los fregaderos de colores son la elección perfecta: los modelos en negro continúan siendo tendencia con su estética industrial y profundidad visual, mientras que las versiones en rojo, combinadas con griferías en acero cromado o blanco, generan contrastes únicos en aquellas cocinas que cuenta con mobiliario en tonos grises o neutros. A su vez, los fregaderos de acero inoxidable siguen siendo un verdadero clásico en el mundo de la cocina, manteniendo su lugar privilegiado gracias a sus múltiples cualidades. Su resistencia, ligereza e higiene lo convierten en la opción más práctica y duradera, mientras que tanto su fácil limpieza como su asequible precio lo hacen aún más atractivo. Y, aunque es cierto que pueden ser propensos a rayaduras y a la acumulación de cal, su versatilidad en cuanto a diseño compensa con el cuidado con el que hay que tratarlos. Además del tradicional tono plateado, ahora es posible encontrarlos con un elegante recubrimiento de PVD que abre un abanico de posibilidades: desde antracita y negro mate hasta blanco, beis y acabados metalizados sofisticados, cada vez más populares. Una combinación perfecta de funcionalidad y estilo para cualquier espacio. Por su parte, los fregaderos sintéticos ofrecen una libertad total para personalizar la cocina, permitiendo elegir entre una amplia gama de colores y texturas. Además de su atractivo estético, destacan por su resistencia excepcional a impactos, altas temperaturas y rayaduras, lo que los convierte en una opción práctica y duradera. Pero si lo que se busca es darle un aire rústico y natural a la cocina, los fregaderos de piedra, mármol o granito son la elección perfecta. Su belleza atemporal y gran durabilidad los hacen destacar, aunque requieren un mantenimiento especial para evitar manchas y es recomendable no hacer uso de productos demasiado abrasivos. Los modelos de vidrio templado, por su parte, cautivan por su elegancia, higiene impecable y sofisticados acabados. Sin embargo, su extrema delicadeza puede convertirse en un desafío, ya que los golpes pueden comprometer su integridad. A su vez, los fregaderos de cerámica son una opción clásica que aporta un toque tradicional. Fabricados con materiales naturales, sobresalen por su higiene y facilidad de limpieza, si bien, al igual que el modelo anterior, su sensibilidad a impactos y golpes es un aspecto a tener en cuenta. Para una opción más versátil, nada mejor que los modelos sintéticos, ya que permiten una total libertad en la elección de color y textura, además de ofrecer gran resistencia a golpes, altas temperaturas y rayaduras.
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