Los áticos forman una peculiar geografía urbana. Cúpulas, templetes, terrazas y torreones conviven con frondosas plantaciones, delirios textiles, transparentes cerramientos ilegales y cubiertas de teja inclinadas. Todo ello confiere a estos espacios un aura majestuosa, de lugar inalcanzable, encumbrado en la zona más alta de los edificios. Así, su condición ...
Los áticos forman una peculiar geografía urbana. Cúpulas, templetes, terrazas y torreones conviven con frondosas plantaciones, delirios textiles, transparentes cerramientos ilegales y cubiertas de teja inclinadas. Todo ello confiere a estos espacios un aura majestuosa, de lugar inalcanzable, encumbrado en la zona más alta de los edificios. Así, su condición de remate de lo edificado suele dar lugar a sorprendentes singularidades, apenas imaginables cuando uno pasea a ras de suelo de las ciudades. Ubicado en una característica calle del barrio de Salamanca de Madrid, el estudio madrileño de arquitectura Langarita Navarro llevó a cabo la reforma del Penthouse H, vinculada a ese mundo fantástico y mágico de los áticos, de tal manera que lo explota mediante la restitución de las asombrosas cualidades originales y la invención de operaciones arquitectónicas próximas a la ebanistería y a la jardinería.
Manteniendo las formas
El ático, que formaba parte de la sexta planta de un típico edificio burgués de principios del siglo XX, tenía como función original ser el epicentro de una academia de pintura. Por ello, su genética posee las cualidades de los tradicionales estudios de pintura. Es decir, un volumen principal a dos aguas con una altura generosa, llegando incluso a los 7 metros en la cumbrera, así como un gran ventanal de hierro orientado a norte para una iluminación homogénea del espacio de trabajo.
FOTO PRINCIPAL.: Reforma del Penthouse H, de la mano de Langarita Navarro.
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