La grifería ha dejado de ser un elemento puramente funcional para convertirse en un recurso de diseño de primer orden. Durante décadas, los acabados metálicos en cromo dominaron baños y cocinas como estándar universal: fáciles de mantener, neutros y resistentes. Sin embargo, la evolución del interiorismo, el peso creciente de ...
La grifería ha dejado de ser un elemento puramente funcional para convertirse en un recurso de diseño de primer orden. Durante décadas, los acabados metálicos en cromo dominaron baños y cocinas como estándar universal: fáciles de mantener, neutros y resistentes. Sin embargo, la evolución del interiorismo, el peso creciente de la personalización y la búsqueda de espacios con identidad propia han abierto la puerta a nuevas posibilidades cromáticas. De esta manera, hoy en día, el color del grifo no es un detalle secundario, es un gesto arquitectónico capaz de transformar la percepción completa del entorno.
Un escenario que ha propiciado que los acabados en blanco y negro hayan ganado un protagonismo indiscutible. Siendo los polos de una misma paleta, en el que uno aporta claridad y amplitud, mientras el otro introduce contraste y carácter, la elección entre ambos no se resuelve con un simple criterio estético. Requiriendo de un análisis profundo de aspectos como el espacio, la luz disponible, los materiales que lo acompañan y el tipo de experiencia que se quiere transmitir en el baño.
Así, la importancia del acabado no se limita a la percepción visual. También influye en el mantenimiento, en la durabilidad de la pieza y en cómo envejece con el uso diario. Cada acabado influye en la percepción visual y en las exigencias de mantenimiento. Son diferencias que afectan tanto la estética como el trabajo de conservación posterior. Por eso, la elección debe basarse en criterios técnicos, no solo decorativos.
Del blanco al negro: estilos que marcan tendencia
El mercado refleja con claridad cómo blanco y negro se han consolidado en la vanguardia del diseño de baños y cocinas. Según los informes y exposiciones de referencia, se observan dos direcciones predominantes:
Para que la decisión sea acertada, conviene tener en cuenta las condiciones del proyecto y el perfil del usuario:
El cualquier caso, el objetivo es siempre el mismo: que la grifería dialogue con el espacio y no aparezca como un elemento aislado.
La personalización como factor clave: LuxCover® de Galindo
Si el color de la grifería define la personalidad del baño, la tecnología de recubrimiento es la que garantiza su permanencia en el tiempo. Conscientes de este objetivo último, Galindo ha desarrollado LuxCover®, un sistema de personalización que ofrece acabados en blanco y negro con una resistencia superior al desgaste, la humedad y los agentes químicos habituales en la limpieza doméstica.
Con LuxCover® no se busca únicamente de elegir un color, sino de dotar al proyecto de coherencia y durabilidad. El instalador sabe que no trabaja con una laca convencional, sino con un tratamiento avanzado que protege la pieza frente a microarañazos, pérdida de tono o decoloración. Esto significa que un grifo negro instalado en una ducha de uso intensivo o uno blanco colocado en un lavabo familiar mantendrán su presencia original durante años.
Tres ejemplos claros de esta propuesta que se encuentran en colecciones que incluyen versiones en blanco y en negro:
Este abanico de posibilidades evidencia que el acabado es mucho más que un añadido, erigiéndose como una herramienta central de proyecto en la que el color se convierte en un lenguaje técnico y estético que da coherencia al espacio.
Mantenimiento: prolongar la vida del acabado
Sin embargo, como exponíamos anteriormente, el acabado estético de un grifo solo conserva su valor si se mantiene en buen estado. En este aspecto, los cuidados varían ligeramente según el color y el tipo de superficie:
Las recomendaciones básicas son comunes:
Siguiendo estas pautas, el recubrimiento LuxCover® conserva intacta su protección y la pieza mantiene su aspecto como el primer día.
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