instalación y montaje en cocinas y baños
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Algo muy interesante en torno al
concepto de temperatura opera-
tiva es que el grado de confort no
sólo depende de la temperatura
de nuestro cuerpo, sino de cómo
hemos llegado a adquirirla. Y es
que si imaginamos que para com-
pensar los 0ºC que nos rodean
debemos poner en marcha la ca-
lefacción del coche, la sensación
de confort que experimentamos
es notablemente distinta. Esto se
debe a que el aire caliente (con-
vección) no produce el mismo
efecto que el calor solar (radia-
ción), por lo que sólo cuando la
temperatura operativa se da la
mano con una sensación agrada-
ble, el confort puede presentarse
en todo su esplendor.
Un sistema hasta
ahora ligado al
invierno
Es sencillo imaginar por qué pre-
ferimos el calor del sol que el de
un aire acondicionado agresivo
para calentarnos en tempera-
turas frías. La sensación es casi
inexplicable, pero a ello da la
razón el éxito de los sistemas ra-
diantes en calefacción, es decir,
aquellos radiantes superficiales
o de baja convección.
Sin embargo, es curioso que si
invertimos los termómetros, y
nos ponemos en la situación de
un caluroso día de verano, es di-
fícil recordar un refrescamiento
radiante y mucho más común
recordar los aires acondiciona-
dos por convección que tantos
desacuerdos generan en lugares
compartidos.
Resulta no menos que curioso el
hecho de que mientras los sis-
temas utilizados para conseguir
una temperatura corporal ópti-
ma son diferentes en invierno
que en verano, el confort que
buscamos con los sistemas de
climatización es en realidad el
mismo. Cuando en un día de
invierno de 0ºC agradecemos el
calor por radiación antes que el
aire producido por convección,
¿no estamos ante el mismo caso
que en un bochornoso día de
verano en el que al entrar en un
espacio amplio como una cate-
dral disfrutamos de un confort
térmico gracias a la radiación de
la piedra en paredes y techos?
Parece evidente, por lo tanto,
asumir que al confort real se lle-
ga antes a través de la gestión de
la temperatura radiante que de la
gestión de la propia temperatura
del aire, algo que desde hace
tiempo es una obviedad en los
sistemas de climatización para
el invierno.
Así, el estudio de Zehnder
Nestsystems señala que
“ob-
viamente, el principal escollo
para el desarrollo de sistemas
radiantes en frío es el punto de
rocío”.
La potencia de cualquier
sistema radiante es directamente
proporcional a la diferencia de
temperaturas entre la opera-
tiva y la de funcionamiento.
En realidad,
“si buscamos una
temperatura operativa de 25º C,
cuanto menor sea la temperatu-
ra de impulsión del sistema, más
efectivo será”,
apunta.
Diferencias entre los
sistemas actuales
Los climatizadores para enfriar
más habituales no disponen de
deshumidificadores, por lo que
no gestionan la humedad. Im-
pulsan agua fría a temperaturas
que se mantienen alrededor de
los 2º-3º por encima del punto
de rocío, por lo que en un mo-
mento dado, dejan de refrescar
o bien su funcionamiento va
disminuyendo conforme sube
la humedad.
En cambio, aquellos sistemas
que sí cuentan con gestión de
humedad son el futuro más
próximo de la climatización,
un paso natural que verdadera-
mente puede marcar un antes y
un después en el sector. En su
caso, aunque la humedad suba,
el sistema deshumidifica hasta
llegar al punto óptimo. Además,
como existe una gestión real de
la humedad, las superficies se
pueden mantener a temperatu-
ras cercanas al punto de rocío.
Una climatización
de calidad
“Hemos visto
–asegura el informe
de Zehnder Nestsystems–
que
la clave de la potencia de los
sistemas radiantes, que permi-
te disfrutar de una verdadera
climatización y no un simple
refrescamiento, está en la ges-
tión de la humedad absoluta, y
no solo la relativa”.
Sin embargo,
esta gestión es compleja, ya que
los problemas de confort apare-
cerían por la falta de humedad.
Así, para poder realizar un buen
control de la humedad, los sis-
temas deben tener en cuenta
las velocidades de variación de
ambas humedades así como las
aceleraciones (por ejemplo, por
la abertura de una ventana). Por
otro lado, el sistema debe ser
capaz de gestionar cada estancia
de forma independiente, exclu-
yendo estancias con valores de
humedades “fuera de rango”
(por ejemplo, una cocina en
el momento de cocinar) sin
disminuir la climatización del
resto del espacio que se busca
refrescar.
Esta pequeña gran revolución,
el mañana de la climatización,
depende en cualquier caso de
la investigación y el desarrollo
que cada marca consiga con
sus sistemas. Tanto la gestión
paralela de humedades abso-
luta y relativa, sus velocidades
y aceleraciones, sus rangos
admisibles y los algoritmos
que los controlan son parte del
know-how de cada sistema y,
por lo tanto, exclusivos de cada
marca. En definitiva, la verda-
dera climatización radiante es
el sistema de mayor confort en
la climatización y está a nuestra
disposición,
“pero solamente si
el sistema que lo soporte está
lo suficientemente avanzado”,
reza el estudio de Zehnder
Nestsystems, optimista ante un
futuro más claro sobre cómo
conseguir el mejor confort tér-
mico.
z
El grado de
confort no sólo
depende de la
temperatura de
nuestro cuerpo,
sino de cómo
hemos llegado a
adquirirla
El equilibrio tie-
ne más que ver
con la gestión de
la temperatura
radiante que de
la temperatura
del aire