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instalación y montaje en cocinas y baños
ria” a estos espacios. Como toda marca
Plug & Play, tiene unos atributos, tanto
psicológicos como formales. La labor
de Egue y Seta ha sido, en este caso, la
de traducir todos estos valores definidos
por el cliente, hacia un conjunto de tridi-
mensional de espacios habitables, fun-
cionales, comunicativos y diferenciados
(aunque relacionados) que respiren y
transmitan al unísono un mensaje inequí-
voco:
“Sin impresión no hay ‘branding’
y sin ‘branding’, no hay ‘retail’, no hay
‘hospitality’, ni interiorismo ‘contract’ ni
institucional”.
‘¡Coruña for Rent!’
Con el proyecto residencial ¡Coruña for
Rent!, Egue y Seta proponen espacios
de un atractivo decididamente joven,
urbano y flexible, que ha resultado tre-
mendamente viable en lo económico
para los propietarios. El área social está
integrada por salón, comedor y cocina en
pocos metros cuadrados. Con el fin de
contrarrestar la sensación de restricción
espacial, se han demolido los tabiques in-
“El minimalismo se agotó justo antes de la entrada
del estilo industrial más fabril”
¿Sigue predominando el minimalismo? Daniel Pérez y Felipe Araujo creen que “el mini-
malismo se agotó justo antes de la entrada del estilo industrial más fabril”. Paulatina-
mente, se ha ido olvidando de que se trataba de desnudar los espacios y de reciclar-
los hacia un uso distinto sin tener por esto que re-hacerlo. “La apariencia industrial,
que en principio era una consecuencia de la no intervención sobre ciertos aspectos
estructurales de los espacios que tocábamos, acabó
siendo un fin en sí mismo, un valor y un tema. Y, como
consecuencia, acabamos con ‘parques temáticos de
lo industrial’. Esto se encuentra, filosóficamente, en
la antípodas del minimalismo”, reflexionan.
Por otra parte, piensan que es normal que el minimalis-
mo se haya agotado: “Tuvo un período de vigencia más
que respetable para esta época de rápida obsolescencia
estilística, y tampoco resultaba cómodo o práctico.
No era mínimo en coste, ni en complejidad técnica.
Sólo era mínima su tolerancia hacia la expresividad y
la impronta misma de la vida de los usuarios sobre los
espacios. Pasamos de sentirnos absolutamente fas-
cinados por estos santuarios de aséptica blancura y
reflejo a sentirnos asfixiados por ellos. En los espacios
minimalistas más puros teníamos la sensación de ser
nosotros los únicos microbios en un quirófano recién
esterilizado. Los usuarios éramos la mancha, la tara y
el mayor desperfecto”.
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